Siempre habrá judíos mientras recuerden. No hay pecado más grande que el olvido.
En 1942, cuando el poeta judío Layser Aychenrand, se escapo de un tren de deportados con destino a Auschwitz y llego sin documentos a Annemasse, en la frontera Suiza, el guardia de aduna le preguntó su edad. Respondió: “tengo dos mil años…”
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