Los
judíos que vivían en Inglaterra durante la Edad Media fueron tratados como
propiedad del Rey. Les fue permitido quedarse ahí sólo por razones financieras:
negocios y préstamo de dinero, lo que era muy ventajoso para la corona, ya que
ganaban mucho dinero y pagaban altos impuestos al rey. Finalmente, esto
empobreció a la mayoría de los judíos de tal manera que ya no resultaron
rentables; fue entonces cuando Eduardo I, hecho a los Judíos de Inglaterra en
1290.
Después
de su expulsión no existió ninguna
presencia judía en Inglaterra durante más de 360 años, pero dado que se
imprimieron libros hebreos desde 1525, podemos intuir que de alguna manera no
faltaron algunos judíos en el país.
Es
a mediados del siglo XVII cuando puede
hablarse de una colonia conversa, de
rasgos criptojudíos. Por aquel entonces comenzaron a repercutir voces
que solicitaban un cambio de actitud
hacia los judíos, y abogaban por su regreso a la isla. Este proceder favorable
a los judíos, se dio básicamente en círculos puritanos y milenaristas (sectas
protestantes) para quienes el retorno de los judíos a Inglaterra formaba parte
del plan mesiánico, según el cual la dispersión total de los judíos era un
requisito importante para el establecimiento del Reino de Israel.
Con
el cese de la monarquía inglesa en el
tiempo de Cromwell y la instauración del régimen republicano crecieron las
expectativas mesiánicas en los círculos puritanos más radicales y con ellas
cobró vigor la actividad pro judía.
En
1649, se había presentado a Cromwell una Petición de los judíos de revocación
de la Ley del Parlamento sobre su destierro de Inglaterra. Gestiones parecidas
realizaron Roger Williams, Hugh Peters y otros miembros de la facción de los Independientes. El
rabino de Amsterdam, Menashe Ben Israel,
también decidió aprovechar para obtener un permiso oficial del gobierno inglés
que permitiera restablecer la vida judía en aquel país. Ya en 1650 publicó con
ese propósito su libro Esperanza de Israel que apareció simultáneamente en
español y en latín (y fue traducido poco tiempo después al inglés), en el cual
encaraba el tema mesiánico, ligando la proximidad del advenimiento del Mesías,
con el descubrimiento de las diez tribus, perdidas, algunos de cuyos vestigios
se habían hallado presuntamente en el continente americano.
Fue
en 1654 cuando Menashe Ben Israel emprendió una acción firme y decidida para
lograr el retorno de los judíos a Inglaterra.
El
objetivo era negociar con Cromwell la formulación de un decreto que anulara el
edicto de expulsión de 1290 y proclamara públicamente la admisión de los judíos
en Inglaterra. A pesar de los múltiples esfuerzos invertidos, Menashe Ben
Israel y sus camaradas no pudieron obtener su cometido. Los comerciantes de
Londres se opusieron al establecimiento de los judíos que significaba para
ellos un peligroso factor de competencia económica. La presión de estos
comerciantes fue la que en última instancia provocó la decisión negativa de la
Asamblea de que debía emitir su opinión respecto a la admisión de los judíos,
en diciembre de 1655.
Cromwell,
cuya postura pro-judía no era compartida por todos los miembros del Consejo de
Estado, no pudo darles una respuesta oficial positiva, pero según parece llegó
con ellos a un acuerdo tácito que les permitía ejercer su culto sin necesidad de
esconderlo. Poco tiempo después Carvajal y Cáceres compraron un edificio para
cementerio de la nueva comunidad, conocido con el nombre de “Cementerio Velho”.
Cuando
en 1660 Carlos II restauró la monarquía en Inglaterra no sólo no derogó los
derechos obtenidos por los judíos durante el período republicano, sino que
después de poco tiempo reconoció oficialmente a la congregación ya establecida,
pues es sobradamente conocida la ayuda que había recibido en el destierro de
algunos judíos como Mendes da Costa y Agustina Coronel Chacón; además el
monarca inglés estaba convencido de que la presencia de los comerciantes
sefardíes le acarrearía grandes ventajas económicas. Por ello les concedió en
1664 las libertades y franquicias que en aquel mismo año negó a todas las
sectas cristianas que actuaban fuera de la iglesia anglicana. Los judíos
pudieron, desde entonces, ejercer públicamente su culto.
Durante
el reinado de Jorge I (1714-1727) se produjeron las primeras naturalizaciones
de judíos. En 1723 un tribunal falló que los judíos nacidos en el país eran
automáticamente ciudadanos. El Parlamento votó una ley el mismo año según la
cual los judíos podían ser admitidos como ciudadanos ingleses prescindiendo,
incluso, del juramento “por la verdadera fe de cristianos”. En este itinerario
ascendente, otra ley en 1740 admitía a los judíos a la ciudadanía británica si
llevaban residiendo más de siete años en el país. La comunidad inglesa -ya no
se trata sólo de Londres sino que empiezan a despuntar otros centros como Manchester
y Liverpool- se convirtió en una de las más importantes de la diáspora sefardí
occidental inmediatamente después de la de Amsterdam.
La sinagoga de Bevis Marks, fundada por judíos
españoles y portugueses llegados de Amsterdam, fue construida en 1701 y es la
más antigua que existe en suelo británico. Además, Gran Bretaña es el único
país de Europa que cuenta con una sinagoga donde los fieles continuaron
celebrando sus ritos religiosos, sin interrupción, por más de 300 años.
Shakespeare
y Shylock
Shakespeare,
en su obra El Mercader de Venecia, interpretada por primera vez en 1596 o 1597,
muestra los principales problemas sociales de su época, tales como el
antisemitismo. Para analizar debemos
tomar en cuenta la situación de los judíos en la Inglaterra en la época de
Shakespeare.
En
1594, Rodrigo López ,de origen español, uno de los pocos judíos en Inglaterra,
fue acusado de traición y sin ninguna prueba fue condenado por conspiración de
asesinato de la reina, lo que llevó a que lo ahorcaron por su supuesto crimen.
El resultado de este juicio fue la aparición del odio contra los judíos en
Inglaterra, un sentimiento que ha contribuido al éxito inicial de la obra.
Durante
el autoritarismo escolástico vigente en esa época, la discriminación religiosa
contra los judíos y musulmanes se había convertido en una característica de la
época. El personaje judío de Shylock es representado como un ser cruel y
vengativo, sin sentimientos, incapaz de mostrar compasión.
Además
de ser agraviado por los cristianos, es el perdedor de la obra; esto me parece
denigrante. Es un abuso por parte de Antonio tratar mal a Shylock, siendo que
el judío solo estaba tratando de ganarse la vida con su negocio. No estoy
justificando el hecho de que Shylock pidiera carne humana como pago, esto me
parece absolutamente inconcebible, ya que la ley judía prohibe vertir sangre
(mucho menos cortar carne).
Una
influencia dramática sobre esta obra es sin duda la obra de Christopher
Marlowe, otro escritor del renacimiento en Inglaterra. Su obra del año 1589,
llamada El Judío de Malta.
Los
siglos XIX y XX, hacia la modernidad
Al
advenir la llamada “revolución industrial”, los judíos prosperaron
económicamente y lograron mayor influencia en el mundo cultural y político de
las naciones cristianas. Hacia 1848, con el pleno desarrollo del liberalismo,
los líderes judíos intervenían directa y libremente en los asuntos vitales de
los países de su nacimiento o actuación. Como ejemplo tenemos en Inglaterra a
Benjamín Disraeli, estadista de actuación preponderante durante la época de la
reina Victoria y de origen judío; también entonces, las limitaciones públicas
que existían para los judíos fueron levantadas, y los ciudadanos de origen
judío fueron puestos en igualdad como
los restantes súbditos de su Majestad.Durante el siglo XIX, la comunidad incrementó
sus derechos, cuando en el año de 1855
Sir David Salomons fue nombrado primer Lord Mayor judío de Londres como
también Sir Moisés Haim Montefiore (1784-1885,
banquero judeo-británico, filántropo, defensor firme de derechos humanos
y alcalde de Londres)
La
rama británica de los Rothschild, integrada en la vida nacional, asumió el
liderazgo (hereditario) de los judíos ingleses, a los cuales proporcionó su
primer representante en el Parlamento en el año de 1858, Lionel de Rothschild,
fue un destacado zoólogo, fundador del Museo Rothschild de Historia Natural de
Londres (al mismo tiempo que se ocupó del negocio bancario). Uno de los grandes
defensores del sionismo. Era a él a quien se dirigía la carta de Lord Balfour
en la que el gobierno británico se declaraba dispuesto a crear un «hogar nacional»
para los judíos en Palestina (la Declaración Balfour de 1917, fundamento del
posterior Estado de Israel).
Los
Rothschild simpatizaron con la causa sionista y fueron los mayores protectores
de los pioneros judíos que emigraron a Palestina para establecerse como
colonos; destaca a ese respecto la labor de uno de los hijos de James, Edmond
(1845-1934), que financió la creación de la segunda colonia judía de Israel,
formada por emigrantes de Rusia, cuando Palestina estaba todavía bajo dominio
turco: Rishon le-Tzion (1882).
La
Declaración Balfour fue una carta escrita el de 2 de noviembre de 1917 por el
Ministro de Relaciones Exteriores británico Arthur James Balfour dirigida a
Lord Lionel Walter Rothschild, un líder de la comunidad judía británica, para
su transmisión a la Federación Sionista.
Por José Kaminer Tauber el 19 Abril 2011