sábado, 6 de septiembre de 2014

El Diario de Anna Frank




Aunque Anna Frank murió cuando solo tenía 15 años,

La leyenda que creo y el mensaje
 Que dejo al mundo son imperecederos.

 
 
¿Y Por Que cree usted que vale la pena la salvación de la especie humana? – 
 Pregunto un día cierto jovencito discutidor al magistrado  Félix Frankfurter del tribunal supremo de Estados Unidos.
 - He leído el diario de Anna Frank- Contesto el magistrado.
             La historia de cómo estas memorias de una muchachita vinieron a escribirse y pudieron salvarse es tan dramática como el diario mismo. Nadie pudo imaginarse el efecto enorme que este pequeño libro iba a causar, ni siquiera el padre de Anna, que hizo publicar después de muerta su hija en un campo de concentración nazi.
 
            El diario de Anna Frank se ha publicado en varios idiomas, y ha logrado una venta de millones de ejemplares. Desarrollado en una obra teatral se represento, en 20 países diferentes (1956-57)  y la 20 Century Fox filmo la obra.
            Para explicar esta asombrosa reacción del público, es necesario ante todo, comprender a la niña que fue Anna Frank.
            Cuando Hitler escalo al poder, Otto Frank era un banquero radicado en Alemania, se había casado en 1925. Su primera hija nació en 1926 Margot; tres años después nació la segunda, Annelies Marie. En la familia se le llamaba Anna.
             En aquel otoño de 1933 en que Hitler disparaba un decreto tras otro contra los judíos, Otto Frank resolvió emigrar a la hospitalaria Holanda. Estableció una pequeña compañía en Ámsterdam. Poco antes del comienzo de las hostilidades, acepto como asociado al señor Van Daan, un compañero de exilio. Traficaban principalmente especias. Por lo general, su comercio iba lento. En una ocasión, el señor Frank se vio forzado a pedir a sus empleados que aceptaran una rebaja temporal en los modestos sueldos. Ninguno se despidió. Se sentían atraídos por el natural dulce y generoso del patrón. Admiraban su recio temple y el celo con que procuraba dar a sus hijas una buena educación.
            En cuanto alumna, no fue Anna particularmente brillante. Muchos de los amigos, junto con sus padres, creían que Margot, prometía más. Anna se distinguía por el interés que tomaba en los problemas de otras personas. Emotiva, tenaz…ofrecía, según dijo alguna vez su padre, “un verdadero caso de niño problema; y era gran conversadora y muy aficionada a vestirse bien”. La vida urbana, en la que Anna podía verse rodeada de una parlera multitud de amiguitas, se avenía con sus gustos perfectamente: circunstancia feliz, ya que la familia de Frank no tenía auto, y solo muy tarde en tarde podía permitirse unas vacaciones.
            Al invadir los nazis Holanda en 1940, Los Frank quedaron atrapados. Antes muchos judíos de Ámsterdam, Otto Frank se dio cuenta de que se acercaba el momento en que el y su familia tendrían que ocultarse. Decidió esconderse en la propia casa donde trabajaba, situada frente a uno de los canales bordeados de árboles de Ámsterdam. Se prepararon secretamente unas habitaciones abandonadas del piso alto, de modo que pudieran servir de refugio a los Frank y a los Van Daan.
            En los comienzos de julio de 1942, se llamo a comparecencia, para su deportación a Margot Frank, que no se presento. Inmediatamente, los Frank se mudaron a su escondite, seguidos al poco tiempo por los Van Daan. Cuatro meses depuse, acogieron a otro judío, un dentista, en su ya atiborrado escondrijo.
            Eran ocho personas perseguidas. Cualquier ruido, cualquier luz, podía delatar su presencia. Mantenían tenue vinculo con el mundo exterior mediante radio y cuatro valerosos miembros del personal de Otto Frank, entre ellos dos mecanógrafas que a escondidas traían alimentos, libros, revistas… esto aparte, no tenían otra compañía que la de un gato.
            Durante aquel encierro, Anna resolvió continuar llevando un diario que sus padres le habían regalado en su decimotercer cumpleaños. En el describía anna la vida en la buhardilla, con todas sus inevitables tiranteces y desavenencias. Pero fue, ante todo, creando en sus páginas una delicada, maravillosa crónica  de la adolescencia bosquejando con entera honestidad los pensamientos y sentimientos de una jovencita, sus ansias, su soledad. “me siento como un pajarillo cantor a quien han cortado brutalmente las alas y vuela en profunda oscuridad contra las rejas de la jaula” escribía cuando llevaba cerca de año y medio aislada del mundo. A los dos meses, había llenado todas las páginas de su diario, un librito encuadernado en tela de tartan; y una de las mecanógrafas, Miep, le regalo un cuaderno de ejercicios escolares. Después utilizo el cuaderno de química de su hermana Margot.
            Anna revela en su libro una saludable confianza en la sabiduría de su padre; la pena, tal como ingenuamente la sentía, de que su madre no la supiera entender; el éxtasis de su primer beso arrobador, cambiado con aquel mozo de 17 años, hijo de los Van Daan: en suma, la floración de una encantadora personalidad femenina, ávida de enfrentarse a la vida con valor adulto y plena conciencia.
            En una tira de papel escribió Anna nombres ficticios que pensaba usar, en caso de lograr la publicación de sus memorias. Por de pronto, el diario intimo secreto, que recataba de todos, especialmente del dentista gruñón con quien tenia que compartir su diminuto dormitorio.
 
            El padre le dio permiso para guardar sus diarios en su maletín.

            Otto Frank no los leyó hasta después de muerta su hija.

            El 04 de agosto de 1944, cinco polizontes nazis, uno alemán y los otros holandeses irrumpieron súbitamente escaleras arriba. (Como se había  descubierto el secreto de la buhardilla, nadie lo sabe) “¿Dónde tenéis dinero y alhajas?”- Gritaron.
            La señora Frank y la señora Van Daan guardaban algo de oro y joyería. Rápidamente quedo todo descubierto. En la busca de algo en que llevarse el botín, uno de los policías dio con la cartera del señor Frank. La abrió y volcó su contenido por el suelo, no parando en atención en los cuadernos de Anna. Sin más miramientos todas las personas de la buhardilla quedaron arrestadas.
            A principios de septiembre, mientras los ejércitos aliados al mando de Eisenhower iban  acercándose rápidamente a Holanda, se traslado a los Frank, a los Van Daan y al dentista, en vagones, a Auschwitz, el letal campo de concentración de los nazis en el sur de Polonia. Allí separaron a Otto Frank de su mujer y sus hijas, sin darles tiempo para decirles adiós. A la señora Frank a margot y Anna, se les condujo al sector femenino del campo, en donde la señora Frank murió de extenuación. Los Van Daan  y el dentista también perecieron.

            Anna se revelo como brava dirigente de su pequeño grupo de cautivos.

            Cuando no tenían nada que comer, osaba ir ala cocina para reclamar alimentos, constantemente animaba a Margot a no darse por vencida. Una vez paso al lado de centenares de niños húngaros judío que esperaban de pies desnudos, bajo la helada lluvia, a que s eles condujese a las cámaras de gas, incapaces de entender la causa de los horrores a que los adultos en la tierra los sometían.

            !oh, miren sus ojos!” Gimió.

            Luego en el otoño, ella y su hermana las trasladaron a otro campo, Bergen-Belsen, entre Berlín y Hamburgo. Un  buen amigo la vio allí “aterida de frió y hambrienta, la cabeza afeitada, el cuerpecito esquelético dibujándose bajo el deforme sayal rayado del campo de concentración”. Se hallaba lastimosamente débil, consumida por la fiebre tifoidea. Murió a primeros de marzo de 1945, unos días después que Margot. A las dos las arrojaron en una fosa común.
            Otto Frank hallo manera de sobrevivir a las penalidades del campo de auschwitz. Le pusieron en libertad los rusos a comienzos de 1945, y en el verano llego a Ámsterdam liberada. Supo por un amigo la muerte de su mujer, pero abrigaba la esperanza de que anna y Margot volvieran. Al cabo de seis semanas de vano aguardar se encontró con alguien que lo enterote que ambas habían perecido. Fue entonces cuando Miep, su  antigua secretaria, le entrego los diarios de  Anna.
            Una semana después del arresto de la familia Frank, Miep volvió temerariamente al escondite. Había en el suelo un montoncillo de papeles. Miep reconoció en ellos los manuscritos de Anna, y decidió conservarlos, pero sin leerlo. Si los hubiese leído habría encontrado en sus paginas detallada información de los auxilios que ella y otras personas, a riesgo de su vida, habían prestado a los Frank, y habría quizás destruido testimonios tan comprometedores.
            Tardo muchas semanas Otto Frank en leer lo que su difunta hija escribiera. Cada dos o tres paginas la congoja le impedía continuar la lectura. Como su madre aun vivía (había emigrado a Suiza donde residían otros parientes cercanos) empezó  a copiar el manuscrito para la abuela. Salto ciertos pasajes que juzgo demasiado íntimos o que podían lastimar los sentimientos de otros, aunque la idea de publicar el diario no llego a ocurrírsele. Dio una copia mecanografiada aun amigo intimo, el cual se la presto a un profesor de historia contemporánea. Con gran sorpresa de Otto, el profesor de historia dedico un artículo al diario de Anna en un periódico holandés. Los amigos de Otto lo instaron entonces a publicar las memorias de su hija, como ella misma lo deseara, pues en una pagina había escrito “Cuando se acabe la guerra quiero publicar un libro con el titulo la Buhardilla. Mi diario podrá servirme para este propósito”.
            Cuando el padre de la autora dio al fin el consentimiento para la publicación, dos editores holandeses rechazaron el original. Lo acepto sin embargo el tercero…que ha vendido millones de ejemplares en la edición holandesa.
            Siguieron otras ediciones de ejemplares en Japón, Inglaterra, estados unidos. Fueron llegando a Otto numerosísimas cartas, una de Italia con las siguiente dirección: “Otto Frank, padre de Anna de Ámsterdam” algunos de los que escribían mostraban dudas sobre la autenticidad del diario; la mayoría expresaba su admiración y su pena. Las muchachas de la edad de Anna le exponían sus problemas. “o señor Frank – escribía una de ellas- Anna se me parece tanto que a veces no se donde empiezo yo y donde termina ella” Muchas personas enviaron regalos. Hubo una jovencita japonesa que confecciono lindas muñecas especialmente para el. Una escultora holandesa le obsequio una escultura de Anna. En los cumpleaños de Anna y Margot le llegaron flores anónimamente.
            Tal numero de cartas continuo recibiendo Frank que se vio obligado a retirarse de los negocios. El cuidado del diario de Anna se ha convertido en pasión, la misión de su existencia. Vive ahora modestamente en Suiza. Todos los derechos de propiedad intelectual del Diario los consagra a fines humanitarios que, a su juicio, habrían merecido la aprobación de Anna.
            Todas las cartas las contesta el personalmente. Cada día llegan otras nuevas que le recuerdan las perdidas que ha sufrido, pero  siente que hay verdad y consolación en las palabras que la directora de una de las principales escuelas de Londres le escribió: “debe ser una fuente de profundo gozo para usted, dentro de su pena, tener la certeza de que la vida de Anna, en su mas hondo sentido, es ahora, precisamente, cuando comienza”.
            La acogida más notable la proporciono Alemania. Al hacerse en 1950 la primera impresión de 4.500 ejemplares del diario, muchos libreros sintieron miedo al ponerlo en los escaparates. Actualmente las ventas de la edición alemana de bolsillo han sobrepasado el millón de ejemplares.
            En los días en que se anuncio el estreno drama simultáneamente en seis ciudades alemanas, nadie sabía cual iba a ser la reacción del público. La obra fue desarrollándose a través de breves escenas. No aparecían nazis en el escenario, pero se hacia sentir, minuto a minuto. Por ultimo, se oyen las botazas de los nazis irrumpiendo escaleras arriba para allanar el refugio. En el fin del epilogo, únicamente el padre queda en escena, un anciano solitario. Con serena actitud cuenta como vino a saber que su mujer y sus hijas habían muerto. Tomando el pequeño diario de Anna, va pasando paginas, en la busca de un determinado pasaje; al encontrarlo se oye la voz juvenil, confiada, de su hija, que dice: “A pesar de todo, aun creo que la gente es realmente buena en el fondo de su corazón”.
            Nutridos auditorios alemanes vieron la representación de la tragedia de Anna Frank con silenciosa emoción cargada de remordimiento. En Dusseldorf los espectadores ni siquiera se movieron de sus sitios en los entreactos. “Se mantuvieron sentados, inmóviles, cual tuviesen miedo de las luces de afuera, con vergüenza quizás de darse la cara unos a otros”. Informo algún testigo. El empresario de Dusseldorf, Kuno Epple, dijo: “El drama de Anna Frank triunfa porque capacita al espectador para enfrentarse con la historia, personalmente y de modo directo. Seguimos el Diario de Anna Frank como un reproche formulado en los mas humildes, conmovedores del hombre para con el hombre. Nadie nos acusa como alemanes. Nos acusamos nosotros mismos”.
            Durante años, los gobernantes de la Alemania de Posguerra se afanaron en hacerle ver al pueblo la índole absurda y criminal del régimen nazista. Fracasaron en el empeño. El Diario de Anna Frank triunfo. El drama representado en más de 50 ciudades y ante más de un millón de alemanes. Los actores han recibido decenas de cartas. Una de ellas “Yo he sido un buen nazi, pero nunca supe lo que ello significaba hasta la otra noche, viendo esa obra”. Los escolares alemanes enviaron a Otto Frank cartas firmadas por toda la clase, comunicándole que el diario de Anna les había hecho patente el salvajismo de la persecución racial.

            En Berlín se estableció una Casa de Anna Frank, consagrada a la acción social a favor de la juventud. El pueblo de Berlín ha escogido ese nombre “como símbolo de la tolerancia racial y social”. Por toda Alemania se han organizado grupos de una asociación denominada Anna Frank al objeto de combatir los vestigios del antisemitismo hitleriano. En Viena se colecto dinero para la floresta de Anna Frank, que se plantaron en Israel.
            En marzo de 1957, un estudiante de Hamburgo sugirió que se depositaran flores sobre las fosas comunes de Bergen-Belsen, donde reposan los restos de  Anna Frank.  Más de 2.000 jóvenes respondieron a este llamamiento. Cientos acudieron allá, recorriendo bajo la lluvia 130 kilómetros en bicicleta. De pie ante una de las fosas, una colegiala de 17 años expreso así lo que todos, aquellos instantes sentían: “Anna Frank eras mas joven que nosotras cuando aniquilaron su vida horriblemente. Murió porque otros seres humanos habían resuelto exterminar la raza de Aquella niña. Nunca de nuevo deberá resurgir en nuestro pueblo semejante morbo, semejante odio inhumano.”

            En verdad, la breve vida de Anna es ahora cuando esta comenzando. Lleva un mensaje de valor y tolerancia por toda la extensión del planeta.

            Anna vive después de la muerte.
 
Por Louis de Jong
Enero 1958
 
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario